
Tal vez por eso cada vez que tengo una oportunidad me sale de forma natural un, ¿qué te apuestas? Y ahí comienza el lío.
Porque, ¿que es necesario para apostar? primero, tener aquello que apostaste; segundo, estar preparada para perder; tercero, estar preparada para ganar y cuarto, cumplir tu apuesta.
Sólo las personas de palabra deben apostar, porque en una apuesta sólo intervienen dos cosas, el apretón de manos y la confianza en que se cumplirá.
En mi casa siempre nos ha gustado mucho los juegos de mesa.
Es una de las ventajas de ser familia numerosa (de las de antes, de cuatro hermanos). A mi padre también le gustaba jugar, de hecho creo que fue él quien nos inculcó el amor por los juegos de mesa (a mi madre sólo la viudedaz consiguió que le gustase jugar para tener compañía). Bueno nos lo inculcó mi padre y la escasez de dinero para la fecha de Reyes. Con un juego nos despachaban a los tres hermanos mayores. La pequeña era demasiado pequeña aun.
Tengo que decir que para nosotros no suponía un trauma no tener varios juguetes en tales fechas. Estabamos encantados de recibir el juego esperado. Lo complicado para nosotros era llegar a un acuerdo de que juego nos pediríamos, aunque recuerdo perfectamente que yo siempre perdía, mi hermana y mi hermano mayores se unían y mi opinión quedaba en agua de borrajas, ¡abusones!.
Nunca me importó, al final siempre tenían razón y los juegos eran mejor de lo que esperaba. Aseguro que los amortizábamos completamente.

Cuando mi hermana y yo discutíamos porque (siempre según ella) yo había puesto la ficha que no era, que no me enteraba, ¡que esa no, que me cierras! y yo me defendía discutiendo también,( ¡qué sólo tenía diez años y ella catorce!, también yo tenía más mala leche), mi padre pacientemente nos recordaba que el dominó era un juego que inventaron unos monjes con voto de silencio. Nosotros nos mirábamos y el silencio duraba hasta que volviamos a poner la siguiente ficha en la mesa.

Uno de los juegos que más nos gustaban era "El Metrópoly", sí digo bien, no "El Monopoly", el nuestro era una versión en la que en lugar de calles, casas y hoteles, estabas en una especie de centro comercial con tiendas, joyerías, bancos, etc. Alguna vez lo he buscado por la red pero no hay manera.


Nos gusta tanto jugar que nos da igual tres que treinta. ¿Qué a mi cuñao no les gustan los juegos de mesa pero le gusta el Poker? pues a aprender y a jugar, que también nos vale.
Este hobby ha conseguido que nuestras parejas también se animen y realmente disfrutan con ello, por no hablar de mis sobrinas que ya son un grave peligro si se trata de "Los Colonos de Catán".

Consejo: si has bebido antes unas copas, mejor no apuestes porque se te puede calentar la boca y arrepentirte después, porque, cumplir hay que cumplir.
Y si no, !No apuestes¡
y nunca te pediste ¿¿¿¿los juegos reunidos????
ResponderEliminaresos sí que eran una gozada
Se me adelantó Bea, los juegos reunidos han sido el clásico más clasico de todos los juegos, nosotros teníamos uno al año, más omenos, pues debíamos romperlos ya que a los siguientes Reyes, volvian a caer, de todas formas, no fuimos una family tan unida como la vuestra, yo tenía dos hermanos menores que disfrutaban haciendo trizas todos mis juguetes y el "chicazo" de mi sister, pues como que nació muy lejos de nosotros (yo la saco 16 años).
ResponderEliminarPero que sepas que como a tí, me encantan los juegos, pero nunca apuesto, pues si lo hago, pierdo seguro y así no vale, jajajajaja.
Besucos.
Yo es que solo apuesto cañas o cenas... mucho mejor, dónde va a parar.
ResponderEliminarBea y La Queli, pues no, no los tuvimos nunca, los tenían nuestros primos, pero en unas condiciones lamentables. Creo recordar que no tenían ni un juego completo cuando íbamos a su casa y aun así jugábamos. Tal vez por eso nunca les cogí cariño (a los juegos).
ResponderEliminarDreora, muy inteligente por tu parte. Lo tendré en cuenta, aunque debo añadir a la lista alguna copa, que hay gente muy especialita.